“Nuestra muerte ilumina nuestra vida.
Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida.
Por eso cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: “´se lo busco´”
Octavio Paz.
Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida.
Por eso cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: “´se lo busco´”
Octavio Paz.
“Mejor es la buena fama que el buen perfume.
Mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento.
Mejor es ir a un funeral que a una fiesta;
pues la muerte es el fin de todo hombre,
y los que viven debieran recordarlo”.
Rey Salomón.
Mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento.
Mejor es ir a un funeral que a una fiesta;
pues la muerte es el fin de todo hombre,
y los que viven debieran recordarlo”.
Rey Salomón.
03 de NOVIEMRE de 2011.- ARTERNATIVO
ELVIS EDUARDO ROSETE AGUILAR
DOCUMENTALISTA
A finales del siglo XIX se realizó en Francia la Feria Internacional Cultural, de la cual México fue partícipe. Pero, ¿qué hay de asombroso? Para los franceses, como para otros europeos, la feria era una oportunidad de ver una pareja de novios, hechos de hoja de maíz, con el rostro y cuerpo de calavera. Mayor asombro causaba ver imágenes u oír como un padre de familia le regalaba a su hija un cráneo de chocolate, con el nombre de la pequeña en la frente del cráneo, como algo normal para el padre y la niña. Sin embargo, para los mexicanos es algo normal comerse una calaverita de chocolate o de amaranto con su nombre en la frente. ¡Es una cultura enraizada!
El mexicano se ríe y burla de la muerte; le teme y la respeta porque sabe que para allá va. El vínculo proviene de las creencias aztecas, quienes tenían deidades que cumplían distintas funciones dependiendo de los siguientes tres niveles: nivel inferior o inframundo, nivel terrenal y nivel celeste o cielo.
El inframundo se componía, a su vez, de nueve niveles. El terrestre tenía un centro, de donde partían cuatro rumbos del universo, y el celeste se componía de 13 niveles. Cuando alguien moría pasaba por el inframundo, después llegaba a uno de los 13 niveles del cielo, a excepción de las mujeres que morían en parto y los guerreros que morían en combate. Llegar a uno de los cielos dependía del status social, de la fecha de nacimiento, entre otros factores.
Algunas deidades de los aztecas fueron Cuatlicue, deidad de la tierra y de la vida, Tlaltecuhtli, quien cumplía dos funciones: generar y quitar la vida. Asimismo, el alma pasa por estas deidades para lograr salir del inframundo y llegar a un lugar de descanso celeste que le corresponde al muerto. Esta cualidad se refleja en la conmemoración de Día de Muertos, ya que al fallecido se le recuerda por su vida. A pesar de que su cuerpo paso a ser polvo que alimentó a otros seres, su “alma” regresó del inframundo para tomar de las ofrendas lo que le ofrecen los seres vivos.
La muerte que lleva un reloj de arena entre sus manos, tiene relación con la muerte de la Edad Media y no con la del cristianismo primitivo, pues Dios es quien tiene la autoridad de quitar y dar la vida.
Aunque las tradiciones y costumbres se han mezclado con las gringas, occidentales, orientales y cristinas, la celebración a los muertos, en México, es una celebración familiar, en conjunto, amistosa, de recuerdos, de fiesta. Es una celebración a nivel nacional, que ha traspasado fronteras y se considera como un Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por la UNESCO. Con diferentes matices, variantes y formas es una festividad nacional. En nuestro país es una forma de convivir con la muerte que siempre nos acecha, que siempre está presente; advirtiéndonos que nuestra vida en este mundo terrenal no es eterna, pero tampoco corta. La muerte mexicana, es la vida mexicana, como lo eran Cuatlicue y Tlaltecuhtli.
La celebración de Día de Muertos se aferra a no desaparecer, aún con la globalización, la “modernidad” y la introducción de otras celebraciones como la Noche de Brujas. Cuando alguien muere en México se le hace un ritual para despedirlo.
La celebración de Día de Muertos es una forma de reflexionar sobre nuestra vida y la muerte que siempre nos acompaña. Nos acecha a diario para recordarnos que la vida no nos pertenece, sino que sólo es prestada.
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