Ø Día de Muertos en Mixquic: culto, celebración, fiesta y luto al mismo tiempo.
03 DE NOVIEMBRE DE 2011.- ARTERNATIVO
ELVIS EDUARDO ROSETE AGUILAR
DOCUMENTALISTA
Quizás la mayoría nos imaginamos a la muerte como una calavera, sentada en un trono o caminando con su aguijón lista para llevarse una vida más. Sin embargo, no todas las culturas la concibieron de la misma manera. Tal es el caso de los primeros cristianos, de quienes, según el evangelio de Lucas 12:4: “el Creador puede quitar la vida”. Es así, que no sólo la muerte, como nos la imaginamos hoy, quita la vida.
En México, las culturas antiguas, de las cuales algunas aún predominan, con sus viejas tradiciones y sus costumbres mantienen otra visión de la muerte. Un ejemplo de ello es el pueblo de Mixquic.
Mixquic, palabra náhuatl con distintas traducciones e interpretaciones, significa: mezquite. La misma expresión se familiariza con Miquiztli, “rostro de la muerte”, y con el nombre de la diosa de la vida y de la muerte. Todavía este pueblo se aferra a su pasado, a sus costumbres, a sus tradiciones y a su pertenencia prehispánica.
Mixquic se fundó en 1525 por Fray Martin de Valencia y pertenece a uno de los siete pueblos originarios de la delegación Tláhuac. A pesar de que desde el siglo XIV fue invadido por los españoles, los primeros en poblar el lugar fueron los chichimecas. De acuerdo con el calendario mexica, en el nuevo año 672, es decir el 21 de marzo, se funda Mixquic. Además, aquí se encuentra la primera escuela primaria, la cual está construida de Xipetotec, una piedra moldeada que representa a la flor de la primavera.
Festejo
Durante la conmemoración del Día de Muertos, Mixquic se caracteriza por su iluminación, detalle que se realizaba con anterioridad a lo largo del mes de septiembre y octubre, 40 días de ritual. La mitad de ellos se dedicaban a los niños y otros 20 a los adultos. Debido a que la conmemoración no coincidía con el calendario gregoriano, en el mes de noviembre, de manera represiva se cambió a este mes, mezclándose, así, con ideas cristianas. Actualmente se conmemora a la muerte desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre.
En la actualidad, el ritual mantiene elementos y significados prehispánicos. Algunos son los niveles a dónde se van los muertos: el inframundo, el celeste y el terrenal, éste último representa el lugar en que vivimos.
Por otro lado, la ofrenda que los pobladores dan a sus muertes se compone de ocho elementos: agua; sal; cirio o vela; copal o incienso; flores; petate; juguetes; e itacate. Según la tradición, la ofrenda es para que las almas de los muertos regresen a comer, tomar, jugar y recordar su estancia en vida. De igual manera, les permite a aquellos que no han llegado a su lugar de descanso, que coman, beban, se diviertan y descansen para regresar con más fuerzas a realizar su recorrido.
En el Convento Agustino, aunado a su panteón, se puede observar a Miquiztli, representada con una calavera, y el Tzompantli, una práctica entre los antiguos mesoamericanos que consistía en decapitar a sus víctimas en los sacrificios humanos y conservar sus cráneos en una especie de empalizada de madera, que representaban las victorias sobre otras tribus.
Como referente, cabe decir, que antes de la Reforma, la Constitución de 1857 mencionaba que los panteones pertenecían a la Iglesia y que la gente debía de pagar o dar un adote. Además, tenían que estar inscritas en la lista de la Iglesia, cumplir con los sacramentos, entre otros requisitos. Después, los panteones pasaron a la potestad del Estado, por lo cual, se cambió su ubicación: afuera de la ciudad o del pueblo.
La construcción del Convento data de 1537, época en la que yacía un centro ceremonial y un espacio dedicado al juego de pelota. Aquí, se han encontrado vestigios arqueológicos, así como huesos que datan de antes de la llegada de los españoles.
Algunos de los hallazgos han sido la piedra conocida como “la diosa de la vida y de la muerte”: Miquiztli, y el Chac Mool. En otro lado, se encuentran el museo, la biblioteca, la Oficina de Correos y la Coordinación Territorial de Mixquic. Estos tres edificios pertenecían al convento en un principio, pero con la Reforma de 1857, la Revolución Mexicana y el Maximato de Plutarco Elías Calles, el convento sufrió la expropiación y la construcción de edificios.
El pueblo de San Andrés Mixquic es muy amable y acogedor. Su forma de ser y recibir a las visitas nos brinda confianza y admiración. El sincretismo permanece. Aún con la globalización y el peligro de la “modernidad europea y gringa”, la tradición ha permeado. Permanece en nuestra sangre, en nuestro ser. El Día de Muertos es parte de nuestra vida.
Agradecimientos especiales a:
Ø Coordinación Territorial de Mixquic.
Ø Biblioteca y Museo “Andrés Quintana Roo”.
1 comentarios:
Para ser sincero no había visto esta nota, sin embargo me parece muy buena y recoge parte de la historia del pueblo, gracias por venir e interesarse en nuestras tradiciones, saludos.
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