De piel suave,
eternamente inquieta, desde aquel día
te hiciste presente en mi desdichada vida.
Nerviosa, lo lograste.
Mi intención era quererte,
mi intención no era dejarte ir.
¿Por qué me abandonas?
¿Por qué te fuiste de esa manera?
Me has dejado en manos de una conocida,
que hace tiempo no recordaba y que ahora
cada instante de nuevo
junto a mí está.
Ahora ¿dónde estarás?
¿Dónde te resguardas
en esta noche misteriosa,
en esta insignificante ciudad?
Sé que algún día te volveré a ver,
espero y me reconozcas
como yo, prometo lo haré.
Te busco detenidamente a cada paso que doy.
Quizás no fue mucho tiempo,
¿Qué importa el tiempo?
Aprendí a quererte…
Destacada respuesta que descubrí
entre el cuestionamiento
es que aquella fue tu decisión y la respeto.
Lo único que envidio es que tú lo lograste de la mejor manera… astuta.
Jazz Galro
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